La realidad poética

El filósofo quiere lo uno, porque lo quiere todo, hemos dicho. Y el poeta no quiere propiamente todo, porque teme que en este todo no esté en efecto cada una de las cosas y sus matices; el poeta quiere una, cada una de las cosas sin restricción, sin abstracción ni renuncia alguna. Quiere un todoSigue leyendo «La realidad poética»

Poesía y filosofía

Pero hay otro motivo más decisivo de que no podamos abandonar el tema y es que hoy poesía y pensamiento se nos aparecen como dos formas insuficientes; y se nos antojan dos mitades del hombre: el filósofo y el poeta. No se encuentra el hombre entero en la filosofía; no se encuentra la totalidad deSigue leyendo «Poesía y filosofía»

Poesía y violencia

La realidad es demasiado inagotable para que esté sometida a la justicia, justicia que no es sino violencia. Y la voluntad aún extrema esta violencia «natural» y la lleva a su último límite. La palabra de la poesía es irracional, porque deshace esta violencia, esta justicia violenta de lo que es. No acepta la escisiónSigue leyendo «Poesía y violencia»

El poeta como «hijo perdido»

Y hasta aquí irían juntas filosofía y poesía. No se han diferenciado, en verdad, más que, primeramente por la violencia; después por la voluntad. La voluntad que parece ser el secreto de todo eso que la Metafísica moderna ha llamado «espíritu»: Espíritu que podemos entender por voluntad. Y la voluntad supone la libertad, …y llevaSigue leyendo «El poeta como «hijo perdido»»

El consumo inmediato de la poesía

Así es, sin duda: el poeta alcanza su unidad en el poema más pronto que el filósofo. La unidad de la poesía baja en seguida a encarnarse en el poema y por ello se consume aprisa. La comunicación entre el logos poético y la poesía concreta y viva es más rápida y más frecuente; elSigue leyendo «El consumo inmediato de la poesía»

La poesía: vagabunda y errante

No es polémica, la poesía, pero puede desesperarse y confundirse bajo el imperio de la fría claridad del logos filosófico, y aun sentir tentaciones de cobijarse en su recinto. Recinto que nunca ha podido contenerla, ni definirla. Y al sentir el filósofo que se le escapaba, la confinó. Vagabunda, errante, la poesía pasó largos siglos.Sigue leyendo «La poesía: vagabunda y errante»

La unidad de la poesía

La poesía humildemente no se planteó a sí misma, no se estableció a sí misma, no comenzó diciendo que todos los hombres naturalmente necesitan de ella. Y es una y es distinta para cada uno. Su unidad es tan elástica, tan coherente que puede plegarse, ensancharse y casi desaparecer; desciende hasta su carne y suSigue leyendo «La unidad de la poesía»