Jamás he cesado de nadar en los mares de la pasión, subiendo y bajando con el vaivén de las olas. Unas veces, la ola de la pasión me eleva; otras, caigo y desciendo al fondo, hasta que él me lleva, a bordo del amor, a un lugar sin ribera. Clamé entonces: «¡Oh, tú a quien no puedo nombrar y a quien jamás ha traicionado mi amor! Presérvame del mal de quienes me juzgan, que no fueron estos los términos de nuestro pacto».
—Ḥallāǧ—
*Traducción de Halil Bárcena.
Tomado de: Ḥallāǧ, Dīwān, p. 85.