Estoy enfermo y débil; cúrame, pues, con tu remedio. Exhalo el último aliento de vida a bordo del bajel que surca los mares de tu gozo. Soy un prisionero; dime, entonces: ¿cuándo llegará la redención de mi pena? Porque solo así podrá mi espíritu soportar la prueba de tu menosprecio. Sé clemente con un amante cuyo único deseo ha sido poder verte; pues no hay lugar más que para ti en lo más hondo del corazón.
—Ḥallāǧ—
*Traducción de Halil Bárcena.
Tomado de: Ḥallāǧ, Dīwān, p. 327.