Las percepciones anímicas

Las percepciones anímicas son de dos géneros: sensación e imaginación. No es posible imaginar lo que no ha sido sentido; por eso no es posible [por ejemplo] que <quien nació ciego> imagine el color. Así, pues, el sentido precede naturalmente a la imaginación, porque es como su materia. Por tanto, la sensación es la primera percepción unida al cuerpo, siendo forzosamente necesario que no haya sensación sin <cambio>. Pero el cambio no está en lo que es sentido, <pues el cambio pertenece necesariamente al sintiente> y el sintiente es de manera necesaria, un cuerpo cuya forma es la facultad sensitiva. El sentido <en potencia> es, en suma, una potencia de un cuerpo que recibe pasivamente la acción de lo sensible y a cuya perfección se une la perfección de la potencia anímica que está en él. Por eso se desprende necesariamente que lo sentido sea lo que causa la imaginación y el sintiente el que la recibe.

—Avempace—

Pasaje tomado de: Avempace, Libro sobre el alma, cap. III [Tratado sobre las potencias sensibles], p. 69.

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