La potencia de la percepción

La potencia de la percepción consiste en la recepción de la forma separada con una existencia especial; pues la materia de la percepción estriba, por naturaleza, [en la capacidad] de recibir las «species» de las cosas percibidas, siendo su motor lo percibido en cuanto que es percibido. Estas [formas] materiales evidentemente tienen esta capacidad en sus esencias, por ser materiales, y este poner en movimiento les pertenece en virtud de su especial existencia. Por eso [esta capacidad] existe en la [forma] activa, como el calor y el frío [Ms. O. 154v], y en la [forma] pasiva, como la dureza y blandura. Lo que mueve con movimiento relativo a la pasión, también lo mueve en tanto en cuanto está en un sujeto y mueve a otra materia de la [misma] especie de la materia en que está. Y la relación [de la materia] con aquella «species» es [como] la relación de la materia que está en aquel motor [Ms. B. 166r] con la misma forma que está en la especie. La materia de la percepción se relaciona con la forma de otra manera característica, razón por la cual es materia en sentido equívoco del término: la materia de las cosas percibidas se llama «materia» por anterioridad, mientras que ésta [a saber: la materia de la percepción] se le llama «materia» por posterioridad y por la <semejanza> con el motor sensible, como por ejemplo lo caliente y lo frío.

—Avempace—

Pasaje tomado de: Avempace, Libro sobre el alma, cap. III [Tratado sobre las potencias sensibles], p. 68.

Deja un comentario