Cásida VIII, El interprete de los deseos

Sus campamentos (de primavera) desaparecieron ya,
más el deseo está en mi corazón siempre fresco, y jamás se desvanece.
¡He ahí las trazas de su partida, y las lágrimas!
¡Siempre que los recuerda al alma derriten!
(Lleno) de amor por ellas, grité tras sus cabalgaduras: ¡Oh, tú, que
acaparas a belleza! ¡He aquí a un indigente!
Con amor y ternura mi cara arrastro por el polvo.
¿Podría acaso desesperar por una pasión tan verdadera como esta?
El respiro desconoce quien el llanto ahoga, y en el fuego
de la pasión se abrasa.
¡Oh, tú que prendes la pira, detente!
¡Toma una de sus llamas, pues por la pasión (que enciendes) tuya es!

—Ibn ‘Arabī—

(m. 638 h. / 1240 n.e., Murcia, Al Ándalus-Damasco, Siria)


*Traducción de Carlos Varona Narvión.

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