Labīd ibn Rabī `A

Marcado por la leyenda de su longevidad que fijaría su muerte, más que centenario, en 661, forma parte también de los mu’ammarūn. Su estilo natural y su léxico puramente beduino hacen de él uno de los poetas más apreciados por los árabes. En 630 gestiona la conversión de toda su tribu al Islam. Según la tradición, a partir de ese momento no volvió a escribir un solo verso. Recordemos que la actitud hostil de Mahoma hacia la poesía vendría de que al principio de la revelación fue acusado de ser un iluminado que hablaba, no inspirado por Dios, sino por los genios (yinn), musa de los poetas.

—Josefina Veglison Elías de Molins—

Tomado de: Josefina Veglison, La poesía árabe clásica, p. 89.

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