La obra y la lectura poética

La obra poética presenta rasgos reductibles a ícono, pero no por ello renuncia a su verbalidad y, con ello, a una eventual significatividad. De todos modos, la lectura poética supone una mirada, una contemplación que busca y va más allá del signo presente. Nadie se detiene —aunque eventualmente puedan o deban tomarse en cuenta— ante los rasgos figurativos del texto. Concentrarse unilateralmente en ello  (como sólo en apariencia podría exigirlo el ideograma, el caligrama, el grafopoema o el poema concreto) también supone una manera de obturar o abortar los procesos poéticos.

—Josu Landa—

Deja un comentario