Himno XXXIII

¡Oh Dios!
El signo de esta tarea nos hurtó el mundo,
incluso nuestro signo, desde el cuerpo oculto.
Visitarte dejó sin alma al caminante.
Tu amor fue su beneficio.
Perdió los dos mundos.
¡Oh Dios!
¿Sabes por qué estoy contento?
He caído en ti aunque no por mí mismo.
Fuiste tú, yo no quise.
Vi al amigo junto al lecho cuando desperté del sueño.

—ʿAbdallāh Anṣārī—

*Traducción de Clara Janés y Ahmad Taherí.

Tomado de: Abdolah Ansari, Del alma, el corazón y el intelecto. Himnos y tratados, p. 37.

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